Alrededores de la vall de hostoles
El pueblo de Sant Feliu de Pallerols, situado a 475 metros de altitud, cuenta con un centro urbano con calles y casas centenarias que nos recuerdan sus raíces medievales. Hoy día, junto con los pueblos de Sant Iscle de Colltort y San Miguel de Pineda, constituye un municipio vital y dinámico, abierto a la modernidad con todos los servicios que ésta pide, pero a la vez respetuoso con su pasado y con la belleza natural del su entorno. Con poco más de mil habitantes es un pueblo lleno de encanto, noble y acogedor, con una larga tradición como destino turístico.
El valle de Hostoles, que da nombre al camping, es verde y exuberante, generoso y acogedor, y está regado por las cristalinas aguas del río Brugent, el cual, dejando atrás un rosario de hermosas cascadas, desembocan finalmente en el Ter. Tapizado de cultivos, prados y bosques, embellecidas por nobles masías y presidido por místicos santuarios, el paisaje se balancea armoniosamente entre mediterránea y alpina, dos zonas paisajísticas y climáticas que se hermanan en nuestro hermoso valle.
El Valle de Hostoles se extiende entre tres espacios geográficos de gran interés natural y paisajístico: el Parque Natural de la Zona Volcánica de La Garrotxa, el Espacio de Interés Natural del Collsacabra (también llamado Cabrerès), y el Valle del Llémena. Limita por el norte con los pueblos de las Presas, Santa Pau y la capital de la comarca, Olot; por el sur con las Planes d'Hostoles y con una parte de Osona (Rupit y Pruit), y por el este con Sant Aniol de Finestres. A todas partes se puede llegar a pie por caminos fantásticos y paisajes impresionantes.
El entorno volcánico de la Garrotxa ha despertado desde siempre el interés de muchos pintores de la naturaleza, que han sabido plasmar en sus cuadros los infinitos matices con que ésta se manifiesta en estas tierras prepirenaicas: las formas y colores de las montañas y cultivos, de los pueblos y las masías; las luces y sombras de las umbrías y solanas, los bosques y arroyos. Y como fondo recurrente de sus obras, la imponente presencia pétrea del Puigsacalm, dintel del Vidranès y pared maestra de la Baja Garrotxa.
Por el lado de la meseta del Collsacabra el caminante que se adentra descubre un paraíso amurallado de riscos y precipicios, donde la piedra se convierte en escultura, el paisaje se convierte en un inmenso pesebre y los horizontes se ensanchan hasta el infinito.